viernes, 19 de marzo de 2010

Algo nuevo

Is 43, 18-19:   "No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa." 


Algo nuevo anuncia Dios, y con Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, lo nuevo se hizo realidad.
¿Quién se habría imaginado que Dios se iba a hacer hombre? Nadie.
¿Quién de nosotros en la actualidad alcanza a dimensionar que Dios se ha hecho hombre y que eso tiene enormes consecuencias?
Dios se hizo hombre, sin dejar de ser Dios, y es como un camino en el desierto, como un río en la estepa, porque nosotros, los hombres, somos los que estamos en el desierto y somos el desierto, somos la estepa, y Él se ha acercado a nosotros para decirnos que Él nos ama, nos asume, nos defiende, nos atiende, nos perdona, nos transforma, nos rescata, nos acompaña, nos sana, hace nuevas todas las cosas.
Ese Dios encarnado también nos pide que nos encarnemos en nuestra ayuda a los demás, para que mientras nos elevamos hacia Dios, al mismo tiempo ayudemos a los demás para que se eleven a Dios, pero sin perder la encarnación. Es decir, al ayudar a los demás no hay que volar, sino bajar a donde están, poner los pies en la tierra, acercarse al dolor del otro, asumirlo como hermano, para rescatarlo de sus pecados y de los pecados que los demás o nosotros cometemos contra ellos, con una inmensa compasión por el que sufre y un inmenso amor por el que hace sufrir. 
Y eso es nuevo, porque la actitud humana más frecuente frente al dolor es la venganza, enmascarada muchas veces bajo el grito de "¡Justicia!". 
Y nuevo es también el modo del compromiso, porque el enemigo no es el pecador sino el pecado.
Nuevo también es el grado de paciencia y de humildad, porque lleva a sacrificarse por el otro, en la fidelidad del anuncio, fidelidad a Dios, al hombre, y a la verdad que hace libre.
Nueva es la madurez que pide en la relación con Dios, entrega sin edulcorantes, obediencia sin cuestionamientos, espera sin reclamos, confianza sin pruebas, adhesión sin escapar a la cruz.
Su amor se propagará por quienes se sumen.

5 comentarios:

  1. Al leer esta Palabra, me surgen dos posibilidades, verla como pasado y pensar ya fue, Dios ya se hizo Hombre ya me salvó, se cumplieron las Escrituras, o mirarla en presente y en mi presente y cuestionarme, siendo desierto y estepa ¿cuanto dejo a Dios ser Río en mi desierto? ¿cuánto dejo que penetre mi estepa y le quite aridez?.
    No es fácil, pero es necesario, mirarme y encontrarme con los pies en la tierra o sea con mi realidad. No quiero Señor escapar a la Cruz, aunque esté la tentación de hacerlo, quiero que tu Amor se propague. Amen

    ResponderEliminar
  2. ¡Gloria a Tí Dios nuestro que nos invitas a participar de esta renovación constante!
    ¡Bendito y alabado seas Padre, porque enviaste a tu Hijo Jesús para que nos muestre el Camino a seguir en el desierto para encontrarte!
    ¡Ven Espíritu Santo, como Río de Agua Viva que sane nuestras heridas y nos impulse a crecer en Amor y en Verdad!
    ¡Gracias Señor por el don de la Iglesia que nos invita a abrazar la Cruz de cada día!

    ResponderEliminar
  3. Siento que dejar lo viejo es no volverlo a vivir.
    Cada uno verá ¿qué es lo que Dios me pide para que me decida a dejar de revivir?
    ¿es el resentimiento, el rencor, la venganza, el odio, mi "ojeriza" con alguno?
    ¿o acaso es mi soberbia, mi egoismo, mi falta de respeto al prójimo?
    ¿o por el contrario no me valoro, me someto, estoy siempre de víctima de los demás?
    Cada uno tiene que ser sincero y verse, porque es en esa debilidad propia donde se realizará esta promesa de renovación.
    La promesa es que Jesús viene a renovar la vida de quien lo acepta como río que limpia, que dá vida, que calma la sed, que suaviza nuestra aridez, porque Él es el Camino que nos lleva al Padre.
    Y la promesa se cumple personalmente en cada uno que acepta hacerse responsable de dejar de vivir lo viejo y comienza a vivir con fe, con adhesión a la voluntad de Dios.
    Yo me sumo, yo me comprometo.
    ¿Aceptas sumarte, aceptas comprometerte?

    ResponderEliminar
  4. Si pienso que el agua hace fértil el desierto y si yo me siento desierto o mejor entiendo que lo soy, me pregunto ¿por qué tantas veces no dejo que el agua del Río de Agua Viva me penetre y me haga fértil?¿por qué casi siempre levantamos el cerco de piedras para que el alud de la Gracia no nos llegue? Porque me pasa y creo que no es sólo a mi, le pasa a muchos y por eso hay tanto desierto y tanta aridez en nuestro mundo.
    Dios nos de la voluntad para aceptar que somos imperfectos y que necesitamos revivir y que Dios siempre nos da una nueva oportunidad como a la higuera. Gracias Dios por poder pensar y buscarte.

    ResponderEliminar
  5. profuna reflexion la que leimos recien...Dios no solo es un camino en el desierto de nuestra vida; Él es una autopista de muchos carriles, y de peaje solo nos pide fe y un profundo amor a Él manifestado en el amor a nuestros hermanos.
    admiro a los anteriores comentaristas que ya están circulando por esta carretera.
    yo siento que estoy siempre tratando de subir, pero cada tanto me voy a la banquina, despisto, me salgo del carril.
    pongo primera y vuelvo a subir (eso creo)...y así voy...tratando...siempre tratando de no descarrilar.

    ResponderEliminar