sábado, 18 de diciembre de 2010

DIOS-CON-NOSOTROS

 
El paisaje que la humanidad ve hoy por todos lados tiene muchas zonas oscuras. El ser humano hoy pierde muchas veces la dimensión de su propia dignidad golpeado como está por tantas injusticias y atrocidades que muchos poderosos hacen por el afán de ganar dinero.Es duro ver cómo las selvas desaparecen, los glaciares de van derritiendo, la tierra se contamina con la explotación minera que usa contaminante y que paga muy bien a los que se llevan lo extraído de las minas... Es duro ver que la gente tiene que migrar hacia las ciudades en busca de posibilidades de supervivencia porque los sueños de la riqueza inmediata están tan promocionados por la publicidad que pareciera que no tener eso publicitado es motivo para suicidarse, para enloquecer, para abandonar raíces, para abandonar la propia cultura y los lazos y valores familiares, etc... Es duro ver que esos migrantes quedan sin hogar, sin contención, que como no tienen nada para perder toman lo que pueden, por un lugar donde vivir, por un lugar donde enraizarse, por alguna forma de sobrevivir...

Es evidente el silencio que se quiere hacer de todo lo que llame a la conciencia a ser conciente, a la conciencia moral a hacerse cargo con responsabilidad. Se la silencia con mucho ruido, se la oculta detrás de muchos discursos y de muchas palabras, de muchas ideologías y con muchos pretextos. Se grita mucho para que nadie hable. Se dice cualquier cosa para que la verdad no suene. Se sacan los "textos" de sus "contextos" para usarlos como "pretextos" para disfrazar lo que se ha dicho con verdad.

Se insiste en que el hombre es autónomo, que no necesita ni de Dios. Se insiste en llevar a la fe y a la religión al ámbito privado. Se insiste en quitar todo lo que tenga que ver con lo cristiano. Se insiste en vivir como si Dios no estuviera, no exisitiera. Como si Él no estuviera más con nosotros.

Pero Dios está con nosotros. Mal que les pese. Y se muestra de formas que nadie puede imaginar. El contemplador tiene que contemplar para verlo...

Porque de una virgen desconocida para el mundo, en un territorio muy pequeño para el mundo, en un pueblito desconocido para el mundo, en un pesebre más desconocido aún, nació Dios-con-nosotros hecho un bebé, sin que el mundo se percatara de su nacimiento más que aquellos simples, pobres y orantes buscadores de Dios, a quienes el mismo Dios les anunció previa y actualmente la buena noticia, la gran alegría: ¡Les ha nacido el Salvador! Y este signo encontrarán: hallarán a un bebé recién nacido en un pesebre...

Desde esa impresionante pequeñez son realzadas todas las otras pequeñeces, así consideradas por los que se tienen a sí mismos por grandes, por las que Dios se manifiesta con nosotros: las bondades de la Madre y de las madres, de José y de los muchos padres del mundo, las bondades de muchos hijos, de muchos vecinos, de muchos orantes, de muchos simples y pobres, de muchos que se alegran por la noticia de Dios, de muchos que comparten esa noticia y evangelizan, las bondades de los que defienden a los inocentes contra las atrocidades de los temerosos de perder su "poder", las bondades de una naturaleza que vuelve a nacer, se vuelve a adaptar, nos vuelve a regalar sus riquezas para que el ser humano viva... Dios se manifiesta en las comunidades que se dejan guiar por su Espíritu, en los simples y dóciles a su Voluntad amorosa, en los obedientes y fieles al querer del Señor, en los convertidos en verdaderos discípulos en la simplicidad diaria de su vida, en los que pasan haciendo el bien, en los que consuelan, en los que sirven, en los que acompañan a los solos, en los que son honestos y honrados, en los que cuidan el valor de la palabra dada, en los que buscan humilde y honestamente la verdad y la comparten con actitud de servicio y paciencia, en los que educan y reeducan para ayudar a las personas humanas a ser gozosamente humanas, en los que trabajan el campo con la responsabilidad de administrarlo para bien de los que vienen después, de los que hacen las industrias con el fin de mejorar la vida del hombre para que sea más digna, de los que están en la política para servir al bien común, de los que luchan por los que necesitan de verdad, de los que nutren las esperanzas con esperanzas reales, de los que no esconden a Dios al ámbito privado sino que son testigos de su amor y de su bendición aunque les cueste por ellos ser marginados y vilipendiados,... y tanto más.

El que contemple el paisaje actual mire con atención. En algún rinconcito del paisaje aparecerá el signo del Dios-con-nosotros que nunca revoca su decisión de amarnos y salvarnos. Aún hoy. Y por siempre.

Y porque lo veamos, no desesperemos, no dejemos de ser buenas personas, no dejemos que nos quiten nuestros valores, no nos envenenemos con los venenos del mundo de hoy, no nos dejemos arrebatar nuestra fe y nuestra espiritualidad sensata y concreta. Volvámonos creyentes, caminantes detrás del Maestro, hasta que aprendamos a ser sus discípulos misioneros que crecen en la experiencia del amor trinitario del Dios-con-nosotros.

sábado, 4 de diciembre de 2010

¿Convertido?


Mt 3, 1 En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: 2 «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca». 3 A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: "Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos". 4 Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. 5 La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, 6 y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados. 7 Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo: «Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? 8 Produzcan el fruto de una sincera conversión, 9 y no se contenten con decir: «Tenemos por padre a Abraham». Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. 10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego. 11 Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. 12 Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible».

Juan Bautista exhortaba a un cambio de mentalidad, a un cambio de actitudes, a un cambio en el modo de vivir, “porque el Reino de los cielos está cerca”, decía.
La gente de todos lados iba a su encuentro, y se hacía bautizar con agua confesando sus pecados. Su bautismo era de purificación.
El cambio debía ser sincero, no sólo apariencia. Porque el que había de venir trae el don del Espíritu Santo y el don del fuego.
El que había de venir recogerá el trigo y quemará la paja.
¿Y qué encontrará en mí? ¿Trigo o paja? ¿Verdad o apariencia? ¿Sincero cambio o más de lo mismo? ¿Purificación o simple mojadura? ¿Amor que se hace obras o simple devoción exterior? ¿Perdón que reconcilia o rencor que no termina nunca de perdonar? ¿Alegría profunda o superficial? ¿Religión o auténtica fe? ¿Confianza o desconfianza? ¿Esperanza o desesperanza? ¿Ánimo o desánimo? ¿Valentía o cobardía? ¿Fortaleza o debilidad? ¿Que su Palabra es acogida y puesta en práctica prestamente, o sólo es escuchada y olvidada pronto? ¿Práctica o teoría? ¿Actitudes nuevas o viejas prácticas supersticiosas? ¿Amor o temor? ¿Constancia o inconstancia? ¿Entrega o indocilidad? Y la lista de preguntas puede continuar...

Porque lo que no puedo dejar de tener es la determinación de hacer el camino de Jesús, porque de lo contrario haría mi propio camino, y ¿quién me asegura que es el correcto, si Él dijo: Nadie va al Padre sino por mí? Y puesto que el cambio no lo puedo hacer solo, necesito de su Espíritu, para captar la verdad de toda su revelación y enseñanza, para sintonizar con su manera de ser, para imitarlo como Maestro que es, para aprender a vivir como Él.
Este proceso se llama “discipulado”.
El seguimiento de Jesús me interpela, me cuestiona en mi manera de vivir. Porque no puedo tener una relación con Jesús de tipo devocional, individual, Él y yo, para mí. Eso no es lo que Él quiere. Él quiere que yo aprenda a vivir con todos como hermanos, que sea hermano de mis hermanos, que me juegue por ellos, que no los mire como enemigos, que los ame y ore por ellos. Y que haga como Él, que perdone siempre.
Es mucho más difícil una fe vivida así, en el compromiso por el otro, que un fe vivida en una relación individualista para aprovecharme de Dios y de su amor por mí, por más que para acallar mi conciencia ore por los demás.
Como me doy cuenta que al tener que cambiar de actitud me enfrento a mí mismo, a mi comodidad, a mi verdadera capacidad de crecer como humano, la conversión, el cambio de mentalidad es absolutamente indispensable.
El Reino de Dios, que está cerca y entre nosotros, está esperando por mí, está esperando que yo me convierta para integrarme, para que me aporte toda la visión nueva que trajo Jesús, la respuesta a la pregunta originaria de Caín (“¿Acaso yo soy responsable de mi hermano?” Gn 4, 9): hazte cargo de tu hermano, “Amense los unos a los otros como Yo los he amado” (Jn, 15, 12), y en el amor que nos tengamos unos a otros los demás verán que somos sus discípulos (Jn 13, 35). El amor no es solamente afecto, abarca, como el amor de Dios, todo, desde el dar la vida por amor hasta el espacio y lo necesario para que el otro viva feliz y crezca como ser humano.
¿Qué recoje ahora el Señor en mí?