miércoles, 5 de mayo de 2010

Templo

"No vi ningún templo en la Ciudad, porque su Templo es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. Y la Ciudad no necesita la luz del sol ni de la luna, ya que la gloria de Dios la ilumina, y su lámpara es el Cordero." (Apoc 21, 22-23)

Mientras no estemos en esa Ciudad, la Jerusalén celestial, necesitaremos templos. No porque Dios necesite templo para estar, sino porque nosotros necesitamos signos para comprender y vivenciar lo que nuestra pequeña mente no alcanza a captar.
Dios siempre ha sido un gran pedagogo, un gran maestro, un gran educador de los hombres, de su pueblo, de los que invitó a ser hijos. Y para dar a conocer su amor paternal y maternal dio al hombre la familia, el ser familia, el necesitar de la familia que lo acoja y lo reciba y lo acompañe a crecer en todos los órdenes.
La familia necesita su casa. Una casa sin familia está vacía. La casa con familia se vuelve hogar. El templo es la casa de la familia creyente que se congrega, que se reúne, junto a la Santísima Trinidad, Padre de todos. Mientras peregrinamos en esta tierra, en nuestro tiempo antes de la venida gloriosa de Jesús, el templo nos es una referencia fuerte, un lugar donde Dios se da significativamente, donde el creyente se sabe acogido de un modo especial, en un ámbito especial, no por el lugar en sí, sino por la significación de ese lugar.
Nadie niega que Dios está en todas partes, pero así como la familia tiene su lugar propio, su ámbito de contención, de libertad sin invasores, como es su hogar, la familia creyente tiene en el templo su lugar donde Dios, libremente, sin invasiones que confundan, da su gracia y su contención al que viene a su encuentro.
El problema que tienen los que quieren negar la necesidad del templo es que les resulta difícil aceptar la gente que se reúne en el templo. Hay que madurar para aceptar la familia tal como es.
Cuando estemos en la Ciudad, la Jerusalén celeste, estaremos envueltos por el mismo Dios y nuestra relación con Él no será con mediaciones, con signos, porque lo veremos tal cual es, y por eso no necesitaremos de ninguna otra lámpara, de ningún templo.
Llévenos el Señor a su encuentro, y desde ahora sepamos aprovechar nosotros su presencia en los signos y lugares privilegiados por su pueblo.

1 comentario:

  1. ES LINDO, CÁLIDO Y ACOGEDOR IR AL TEMPLO...DE HECHO, NO SOLO VOY AL TEMPLO SINO QUE ADEMAS TRABAJO, COLABORO, EN EL TEMPLO.
    PERO SÉ QUE DIOS NO SOLO ESTÁ EN EL TEMPLO SINO EN CADA RINCÓN, ENTRE LOS HOMBRES Y SIENTO QUE ÉL ME ACOMPAÑA SIEMPRE Y EN TODO LUGAR Y SOBRE TODO ILUMINANDOME Y DANDOME SU GRACIA CUANDO TRATO DE HACERLO CONOCER A LOS QUE TODAVIA NO LO VIERON.
    "DONDE HAYA DOS O MAS REUNIDOS EN MI NOMBRE, ALLI ESTARÉ YO"....LO CREO FIRMEMENTE.

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